Juan Carlos Carvajal Sandoval nació el 3 de octubre de 1979 en Bogotá. Poeta y narrador.
Oda a la
derrota
“Al desmoronarse el sistema
medieval,
se
impusieron los dioses del Caos,
la Demencia y el Mal gusto”.
John Kennedy Toole. La conjura de los necios.
¡Cuán
bello es resbalar
dos
veces con la misma piedra!
Saberse
silencioso,
ausente,
habitando
nubes que los abismos no engañan.
Cuán
bello es creer en ángeles
que
un día fueron piedra,
o
demonios que escupían iglesias.
Tan
dulce la derrota,
el diálogo sin oyente,
el coito que se pierde
entre las sábanas.
Estar
perdido,
saber que no hay camino,
que
se aproxima la noche
y toda fiera necesita compañía.
Cuán
bello es llegar de último,
o ni siquiera haber llegado,
por
soñar sonriente
que
el conejo pierde de nuevo.
Cuán
bello es resbalar
dos
veces con la misma piedra,
y
aplastar con ella las medallas.
Poema de los panes
Sombras
indigestas de vacío,
Leónidas del
fracaso,
desfilan al
cadalso de los oficios.
Sus voces; sus
alientos,
se empañan en el
cristal de los buses
como moscas en
las redes de la mañana.
Visten más
overol que piel,
sus dedos son
más tecla que hueso,
y cuentan sus
pesares con monedas.
Mientras tanto,
los poetas, en las bancas,
se atragantan
del día,
con sus
estómagos como piedras.
Arte Poética
Empuñar el
verso,
hacer cortes en
dirección contraria a la sangre,
verse en el
espejo hasta que el dolor desaparezca.
Cerrar la boca
con puntos
y comas.
Dejar que se
evapore la tinta
y llover después
sobre el poema;
sólo en caso de
tormenta
el suicidio no
habrá sido en vano.
Resbala la lluvia
por
el lienzo de la noche.
Desvanece
el
eco de los hombres,
la
huella de sus verbos,
el
disfraz de sus dolores.
El amanecer
volverá
a pintar el tedio,
ejército
cotidiano,
espectros
del día.
Por fortuna
siempre
habrá suficiente lluvia
para
deshacer la mala obra
del pintor
de las ciudades.
Máscaras
La paciencia se sienta
sobre espinas sagradas;
sombras en el espejo
destellando oscuridades.
Amanecer de noche fría,
bautizo de lenguas carnales
escupiendo luz.
Bajo lo absoluto
las máscaras se deshacen en el barro
y lo humano
se
hace más humano.
¿Qué barca me llevó al nacer?
Viajar sobre el
asfalto
sin salir del vientre de
la muerte.
Los óbolos son
piezas
que pagan la partida,
y los ojos
siempre cerrados.
¿Quién fue el
que echó la suerte?
Díganme quién,
para también lanzar los dados en su
nombre.
Tiempo atrás
no creía en la belleza;
ahora viéndola
perdida
me conforma hacer mi rostro en la
arena
y creer que puedo aún darle vida a
las olas.
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