En el año 2015, unos estudiantes de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bogotá, encabezados por la Comunicadora Social y Periodista en formación Alexandra Ruiz decidieron hacer un sencillo trabajo documental sobre el libro Flores para un ocaso. El trabajo salió y fue presentado por ellos en su universidad. La parte final de ese trabajo comprendía un recital del último capítulo del libro leído a varias voces en varias partes de América. El resultado de ese Recital a 16 voces fue proyectado en La Galería 419, en el marco de la presentación de la segunda edición del libro (Piedra de Toque, 2016).
Agradezco a Alexandra Ruiz y sus amigos por considerar este trabajo como digno de ser proyectado en la pantalla, a la editora y gestora cultural Diana Carolina Daza Astudillo por la edición del libro, a Javier Muñoz Salas, autor del libro El camino de la unidad, por realizar la imagen que promociona el Recital a 16 voces y gracias a los amigos que esa noche nos acompañaron en La Galería 419.
Muchas gracias, también a Luis Hernando Guerra Tovar por las palabras que escribió ("¡¡QUE SE RINDA TU MADRE!!"), a propósito del libro, a Jorge Carlos Ruiz de la Quintana por el prólogo del mismo y a Yuyin y Alexánder Buitrago Bolívar por las palabras que también escribieron para el libro (los pueden leer acá: http://farodesnudo.blogspot.com.co/2016/06/flore-para-un-ocaso-segunda-edicion.html.).
Por otro lado, los poetas Juan Pablo Roa, bogotano residente en Barcelona, España, y Jorge Carlos Ruiz de la Quintana, residente en Bolivia, se unieron a la presentación de Flores para un ocaso con un video que cada uno tuvo la amabilidad de grabar. ¡Gracias a ustedes también, amigos!
Juan Pablo Roa:
Jorge Carlos Ruiz de la Quintana:
Finalmente, el cantautor y poeta, Leandro Sabogal, del dúo Dela Vitt, deleitó a los asistentes con un concierto magnífico donde interpretó poemas musicalizados de Raúl Gómez Jattin, Julio Daniel Chaparro, Caupolicán Peña, Dufay Bustamante y de quien escribe. además de canciones propias de Leandro y covers.
Muchas gracias a los amigos que nos acompañaron esa noche y a los que estuvieron pendientes del asunto.
Solo me resta decir que a nuestra condición de humanos le sobreviva la poesía. Que a nuestra frágil condición de seres efímeros le rescate un poema. Que las palabras nos ayuden a superar nuestros temores y a ver más allá de la bruma de los días actuales y de la coyuntura oscura.
Afortunadamente la palabra versificada nos une, nos pregunta, no reta, a vece nos siembre dudas y temores, pero no nos mata.
¡Salud!
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