Ulises, hombre solo. Ediciones Exilio. 2015 |
Hace unos meses recibí de manos del editor Mario Torres un ejemplar
del número 24 de la Revista Exilio, editada por el poeta Hernán Vargascarreño y
dedicada esta vez al autor José Manuel Crespo (Ciénaga, Magdalena. 1942). El
título de este número de la revista es Ulises,
hombre solo.
Exilio se
dedica exclusivamente a difundir poesía. En cada una de las entregas que esta
revista ha hecho encontramos, por lo
general, una selección de poemas de uno o máximo dos autores. En este caso, la
edición No. 24 nos entrega el extenso poema Ulises,
hombre solo, el cual he recibido como un grato descubrimiento ya que no conocía a este autor cienaguero que ahora leo y voy conociendo poco a poco.
En esta oportunidad no publicaré nada del que considero su mejor libro, Ulises, hombre solo, sólo expondré una pequeña reseña bio-bibliográfica de Crespo y unos poemas tomados de la circulación libre de Internet.
José Manuel Crespo. Fuente foto: facebook. |
José Manuel Crespo nace en Ciénaga, Magdalena, el 29 de mayo de 1942. Es hijo de José Manuel Crespo
Labarcés y Elisa Campo Reguillo. Su trayectoria como poeta se ha hecho presente en algunas antologías nacionales como en la de Andrés Holguín Antología Crítica de la poesía colombiana (1974), y su obra narrativa en textos investigativos como los de Álvaro Pineda Botero Del mito a la posmodernidad (1990) y Estudios críticos sobre la novela colombiana 1990-2004 (2005), además, es citado en trabajos de investigación literaria como el de Raymonds Williams Novela y poder en Colombia (1991).
Entre sus libros de poemas se destacan: Sinfonía vertical (1963);
Catarsis (1966); Adoración del fuego (1973); Ciudad del horizonte (Premio nacional de poesía “Guillermo Valencia” de Colcultura. 1975); Talud
(1976); Coros en la neblina (1993) y Ulises, hombre solo (2004) con el cual ganó el premio nacional
de poesía HJCK 50 años. Sus obras en prosa: el ensayo político-literario Basuras del tiempo
muerto (1978); la obra histórico-política realizada para el Senado de la
República junto con, Carlos Corsi Otálora y Edgar González Silva, El Estado
auténtico (1997) y las obras: Qué será de Paola Silvi? (1981); La Promesa y el
reino (1984); Largo ha sido este día (1987); Ánimo contra el miedo (1988);
Considéralo un sueño (1998). Actualmente tiene terminada otra obra, la cual está
organizando para publicar.
SOLEDADES II
Desde los días de antaño te he aguardado, amor /mío,
Aquí he echado raíces y sombra mi añoranza.
No me ha pesado haberte dado mi ser, mi sangre,
ni esta hoguera que vive por el amor a los sueños.
AZUL II
A causa de los ángeles lo digo:
a tu lado no hay tedio ni pensamientos de muerte
porque tu ser es puro como una luz de mañana
de otros tiempos.
Nací para quererte. Era tu sombra
lo que andaba buscando por la vida.
Era tu piel oscura, tu silencio, tus ojos
donde todos los sueños perdidos se encontraron.
ACASO
Soñé un olvido. Mi olvido
era otra forma de verte.
Se sueña lo que se espera:
el girasol o la muerte.
Pero el sueño siempre vuelve
por lo profundo del día
y el que diga lo contrario
saber no es sabiduría.
LA TRINITARIA VI
Y esto es lo que sucede:
oigo una casa sola,
oigo el aire de aquellos travesaños azules,
oigo jardines con estatuas rotas,
oigo sus rosaledas amarillas,
oigo un racimo de uvas negras,
oigo el siu-siu de los ramajes,
oigo un enjambre de jazmines,
oigo el turpial cascabelero,
oigo un eco de insomnes atabales,
oigo una pluma de quetzal herido,
oigo el viento enseñándole a mentir a la espuma,
oigo un cocuyo dentro de un hondo sonajero,
oigo una tibia lámpara de lágrimas,
oigo todo el inmenso frenesí de la sombra,
oigo un rastro de arenas y venados,
oigo un reflejo de obsidiana,
oigo un jinete en llamas que desde el mar amargo
se lanza espada en mano contra el claro de luna.
MI PADRE II
Ahí estaban los cerros, el mar, el mirto verde.
Nadie los trajo. Nadie.
Pero qué tarde supe que el tiempo era precioso
y el mundo que era tuyo (!huésped antiguo, /padre!)
se ha ido en los extraños bazares de las horas
y tú mismo reposas con los muertos de antaño.
A orillas de los ríos de Babilonia
y entre sordos rumores de esperanza
me vulnera ese sol viejo de días
y a fuego lento y en verdad y en alma
voy viviendo la luz de tu regreso
y en silencio recuerdo con memorias amargas
que estando entre nosotros
tú decías estas cosas.
Aquí no tengo tu nombre.
En ti no fue bendita ninguna tribu, padre.
LA REINA I
A Rogelio Echevarrya
Es el camino el que parece
irse alejando de mis pasos.
Aquí una reina de los celtas
vivió sus últimos ocasos.
No imaginaba que las furias
saben matar con la mirada,
ni que hay un ser que sin mirarnos
puede sumirnos en la nada.
Se dice que los pescadores
que en la alta noche navegaban,
por el revuelo de cocuyos
de sus balcones se orientaban.
QUESSEP
Un príncipe loco y santo
por el mar de olas doradas
buscando el Grial y el acanto
siente el olor de las hadas.
ROCA
A ti que eres el viento que sopla donde quiere
y desvela del fuego la profunda persona,
a ti que eres el viento te doy las soledades.
Seis cuerdas he templado para voces de duendes:
ese rencor que somos también tuvo saudades.
ROCA II
Por las quemadas lunas del carnaval, hermano,
pidiendo un horizonte desde la sed venía
la dicha que requiere vivir eternidades.
El alma es ese soplo que gime en lo profundo:
cielo, caballo y muerte contra los arenales.
HEMINGWAY
Había una vez un niño
que cazaba leones en safaris, en sueños,
- casi no hablaba sino de leones,
su sombra era una brisa de leones -
para olvidar el miedo que le daba
esa mujer con la mortaja suelta
que le hablaba al oído y le dejaba
los sueños olorosos a ceniza.
BORGES I
A Luís Carlos Ibáñez
Los dédalos del mar -ese venero
de la bruma, del celta y de la espada-
eran sueños de Borges, no eran nada:
humo es el bosque en la visión de Homero.
Pero el Cristo que sangra en el madero
fue borrando este mundo a su mirada
para que el hombre de la voz quemada
se fijara en el otro, el verdadero.
BORGES II
Como al cíclope gris de "La Odisea",
un destino que Nadie le desea
le ha quemado la frente, lo ha vencido.
Ahora sabe que es Dios quien lo deshoja
y que en el canto es un resto que se arroja
a las fieras, al viento y al olvido.
GONZALO ARANGO I
Nunca tuviste casa propia.
Quiero decir, Gonzalo,
que no habrá para ti casa-museo.
No se verá un turista que sacrifique un cine
o una tarde soleada
para fotografiar tu biblioteca,
tus papeles, tu mesa de trabajo.
Esos lujos se quedan para Byron o Pushkin
que eran nobles o al menos con nobles se
codearon.
GONZALO ARANGO II
Tu eras un "indio" con la pata al suelo
y no fue de violetas sino de amarga vida
de lo que al fin moriste
solo en el Valle de los huesos secos
porque los caminos del Señor son intrincados,
porque el barro que amasa la ilusión es ajeno
y porque ya se sabe que no hay cuña
que apriete más que la del mismo palo.
Las del mar azul, combates, fugas:
un poquito de todo era tu Nada.
Nadie le exprimió tanta soledad a la vida.
GONZALO ARANGO III
Alguna vez, hermano,
¿No te sentiste el pobre, la manzana podrida?
¿No anhelaste ser otro, ser el fuego,
el que a hierro, el que a besos, el que a conciencia /mata?
Solo en la intimidad de la tormenta
diste alondras al hambre visceral de la tierra
pero no conociste la miseria del ángel
que olvida en los burdeles su manto de arco iris
y sale a mendigar glorias ajenas.
GONZALO ARANGO IV
¿De qué profundo manantial de sueño
-loco de luto azul, bardo sombrío-
rescatabas el Grial estremecido
por la sangre mortal de las estrellas?
Tanto injuriar los mitos y mira tú: la gloria
-sol de muertos es, moneda oscura-
recorta tu perfil contra el olvido.
GONZALO ARANGO V
!Tanto injuriar los mitos! En esos años ebrios,
¿quién no habló de fusiles y ballenas azules
y de un lobo mirando pasar por las praderas
un velero seguido por tres venados blancos?
Pero la brisa del mal tiempo
le fue quitando el polvo lunar a tu vestido.
Tu fin fue la caída de un gran álamo rojo.
GONZALO ARANGO VI
¿A quién, con qué zahena y en qué reino de nieve
-hombre de las cavernas, buscador de zafiros-
compraste ese sepulcro para enterrar tus sueños?
Los dormidos, los tibios, los que siempre bostezan,
te vieron macerando tu amapola rabiosa
y dijeron: ¿Poetas? !Bah! pensaban
que a los locos había que llevarles la cuerda
para que allá en su propia torre negra se
ahorcaran.
GONZALO ARANGO VII
"No importa", nos dijiste. Tu sabías
que lo más parecido que hay a Dios es el fuego.
Nada se opone a que tu sombra vuelva
cruzando las tinieblas de ayer y las de ahora.
Y falta que nos haces. La peste hierve, amigo,
alguien lava un puñal en el aljibe
y a las oscuras golondrinas
un viento color brasa les incinera el nido.
GONZALO ARANGO VIII
Cuando lleves un siglo recordando y regreses,
¿dónde hallarás, hermano, la muerta primavera
y los pobres gorriones al servicio del cielo
si la sombra del agua fue quemada
y la florida rama del mirto convertimos
en vara de alambrada y en mango de cuchillo?
Pensabas que la fiesta jamás se acabaría
-billarista, juglar, monje, comaca-
y fíjate que zarzas heladas nos ocultan
el mar donde la luna se llena y se vacía.
***
En el siguiente enlace encontraremos una página dedicada al autor en la cual también podremos leer más textos del mismo: https://www.facebook.com/Vamos-a-seguir-la-obra-literaria-de-Jos%C3%A9-Manuel-Crespo-144984095514520/?fref=photo
Acontinuación, una nota periodística sobre el poeta José Manuel Crespo: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1257825
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