Jaime Cano (1958, Quindío, Colombia) es Licenciado en Lingüística y Literatura por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá. Autor de cuentos y poemas que han sido publicados en varias antologías a nivel nacional. Editor, docente y jurado de concursos literarios.
Contacto: jaimecuento@hotmail.com
Acontuniación comparto un cuento y un poema del autor.
Acontuniación comparto un cuento y un poema del autor.
PUNTOS S.A.
Aunque vivíamos en el país de las líneas teníamos una
fábrica de puntos. Los producíamos contra pedido: en series, docenas, gruesas,
pacas. Claros y oscuros. Grandes y chicos. Pero también hacíamos, y esta era
una de nuestras fortalezas, puntos especiales.
Fabricábamos puntos
de partida y puntos de llegada. Puntos en el vacío para los locos, puntos
suspensivos para los cabizbajos y meditabundos. Puntos atractivos para los
adolescentes sin gracia. Señoras de cierta edad nos exigían finos y sexis
puntos para sus medias veladas. Otras, punto cadeneta y... Contábamos con
puntos nostálgicos: para los que llevan largos años de casados; puntos
candentes: para los amantes en disputa, y en común para los que apenas
comienzan. Algo exclusivo: creábamos puntos débiles para mujeres y hombres. Lo
importante aquí eran los planos donde cada sexo los llevaba: ¡los vendíamos por
millares!
Producíamos puntos
muy disimulados para los hipócritas, puntos de justificación para los
procaztinadores, puntos imposibles para los utópicos, puntos de esperanza para
los escépticos, y para los excéntricos: puntos aparte. A los amigos de la
prisa: la hora en punto. Para los hiperactivos: puntos seguidos. Para las
glotonas: puntos de degustación, para los glotones una pequeña variación: punto
y coma. Para las comunicaciones: puntos 007 mundo. Para los publicistas: buen
punto, déjame masticarlo. Para los arquitectos: medios puntos, muy prácticos en
la construcción de arcos de iglesias. Diseñábamos discretos puntos de fuga en
las perspectivas... de escape de políticos y exgobernantes recluidos en
cárceles de máxima seguridad. Los congresistas nos pedían, con bastante
frecuencia y pagando bien nuestro trabajo, que les desarrollásemos, con sumo
cuidado, diversos puntos de vista. Concebíamos notables puntos luminosos para
los que pasan por inteligentes. Los filósofos nos reclamaban a gritos profundos
puntos de reflexión. Los matemáticos, puntos lógicos y exactos. Contábamos con
puntos maravillosos para los artistas. Para los orientales y su origami: puntos
de quiebre. Puntos sobre las "íes" de explícitos y letrados. Puntos
de unidad para los huelguistas. Puntos beligerantes para los pacifistas. Puntos
humanos para los filántropos. Puntos verdes, por los que clamaban a pulmón entero
los ecologistas. Puntos negros para los astrónomos. Para los sastres, puntos de
corte. Y para que no se nos escapara la
vida, los imprescindibles puntos quirúrgicos. Alcanzamos a lanzar hasta puntos
muertos para las funerarias.
Para llegar a las
masas y acabar un tanto con la competencia desleal, y del todo con la
especulación, resolvimos crear los famosos puntos de fábrica. ¡Otro de nuestros
éxitos!
También producíamos
puntos de otras índoles: puntos rígidos para los conservadores, flexibles para
los liberales, neutrales para los conciliadores y puntos dinámicos para otros
grupos.
Hacíamos puntos
para casi todo el mundo, pero teníamos nuestras reservas. Para los desamparados
verdaderos puntos de apoyo. Teníamos puntos de acopio, en el país; y en el
extranjero: puntos de entrega. Puntos cardinales, para orientar embarcaciones
con cargamentos sospechosos. Para los guerrilleros estudiábamos puntos
estratégicos. Con los talibanes, dimos en el punto. No podemos negar que se nos
escaparon algunos puntos de mira que fueron a parar a manos de asesinos a
sueldo. ¡Una verdadera lástima! Unos cuantos militares de avanzada nos
solicitaron, con marcadas reservas y precauciones, puntos de acuerdo para
lograr una paz duradera –nuestro mayor deseo-. ¡Trabajamos entonces con empeño
y alegría! Pero también había, por desgracia, un gran número de belicosos
extremistas y reaccionarios que nos amenazaban con un grosero y simple
"¡Alto en el punto!" si no les inventábamos puntos de provocación,
saboteo y discordia.
Un día, alguien nos
pasó la orden de un punto. Misterio: sólo uno. Orden que no reclamó, jamás lo
haría. Cumpliendo con su pedido lo fabricamos y nos dimos cuenta, tarde ya, que
habíamos cometido nuestro máximo y último error: nos había encargado hacer un
fatídico punto final.
***
PARA ANTES DEL OLVIDO
Un día vendrá el olvido
Vaciándome
Del lenguaje de las cosas
Vendrá la desmemoria
Sin avisos, en apenas un murmullo,
Despalabrándome de sentidos.
Por eso, antes que el cuerpo de las cosas
Se vayan por el sin fondo del olvido
Ahora que aun significo palabras
Como abrazo, luna o laberinto
Quiero que sepas:
He sido feliz, muy feliz
Y a tu lado, demasiado feliz.
Y he amado como el que más
Te he amado más allá del dolor o la alegría
Más allá del bien o del mal.
Si al final de mis días
Aún están, vida, las palabras
Serás el amor hasta el último gesto en mi memoria.
Después vendrá mi soledad
Habitada
por cegueras sin nombre
Después será el olvido.
Que bueno encontrar referencias del gran escritor Jaime Cano. Lo conocí en mi colegio cuando yo solo tenía 13 años y atesoré sus cuentos impresos y que nos vendía por cualquier plata, un verdadero tesoro de regalo.
ResponderEliminarAndas en Bogotá
ResponderEliminarHola Jaime
ResponderEliminarLo conocí cuando era pequeña, quisiera saber de el... ¿aun vive? ¿donde? me decia que la televisión era el bazuco de las mujeres
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