6/26/2018

XI


(o el papá que una vez fue oscuridad)

No sabía lo que era, pero ahora lo comprendo.
Era tu luz que me cegaba y a la que temía.
Tu voz que me golpeaba en las laderas de la infancia.
Tu haz que de improvisto me partía en las mañanas.
Tu cruz de ebrio que era también mi cruz de niña 
                                                                  /insomne.
Esa vez en que no sabía lo que era pero lo supuse:
Era tu rostro que visitaba mi reflejo algunos días
en un espejo que me mostraba el laberinto de mis ojos
y que me señalaba como declarándome culpable
de la vida, de la noche y de la muerte que aún no 
                                                               /conocía
pero que me llamaba a gritos desde mis edades más 
                                                              /tempranas.
No sabía lo que era, pero ahora todo es claro:
Toda pretenciosa luz es negación y desarraigo.
Toda iluminación impuesta es amputación y herida.
La búsqueda constante es la verdadera claridad.





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