(o la hija que también era un sueño)
Yo tuve una hija que también era un sueño.
De vez en cuando la visitaba en su celda
en el patio de los reos o en el calabozo de mi infancia.
Una hija que también fue un astro.
La veía y le saludaba desde mi ventana
cuando pasaba a lo lejos perforando el cielo a gran
/velocidad.
Yo tuve una niña que era todo sol y claridad.
Algunas veces le acariciaba el rostro y buceaba
en la profundidad de su mirada como buscando en sus
/pupilas mi reflejo
o el secreto de su voz o el origen de su luz.
Una hija que una vez se convirtió en arena
y que tuve que recoger grano a grano para llevarla al
/jardín
donde reposan los restos de los demás frutos de la tierra.
Al jardín que es el mapa de todas las
nostalgias de los
/hombres.
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