7/14/2013

Mahmud Darwish / Yabra Ibrahim Yabra


Mahmud Darwish es considerado el poeta nacional de Palestina y uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos; nacido cerca de Acre el 13 de marzo de 1941 y fallecido en Houston (EEUU) el 9 de agosto de 2008. Cuando tenía 7 años su familia se vio obligada a huir al Líbano ya que la aldea natal donde residían (Al-Birwa) fue destruida por el ejército israelí en 1948. Este temprano exilio marcó a Darwish y determinó su compromiso político en toda su obra posterior. Entre las décadas del 60 y el 70 fue arrestado reiteradas veces por las autoridades israelíes a causa de sus escritos y por su actividad política en contra de la ocupación de Palestina.
Su reflexión en torno a la poesía puede resumirse en las siguientes citas: “Hemos escrito mucho contra la ocupación, la humillación, la injusticia, pero ahora el palestino tiene el derecho, incluso el deber, de escribir un poema de amor.”… “La poesía debería ser un himno a la gloria de la vida, debería luchar contra lo feo con la belleza, y contra la guerra a través de la paz. El mayor regalo que la poesía palestina podría hacer a la ocupación israelí sería el de permanecer prisionera de los argumentos de guerra, de lo que inflige la ocupación.”



Abraza a su asesino

Abraza a su asesino para lograr su clemencia: ¿te enfadarías mucho conmigo si sobreviviera? Hermano... hermano: ¿qué he hecho para que me asesines? Dos pájaros vuelan sobre nosotros, apunta hacia arriba. Dispara tu infierno lejos de mí... ven a la choza de mi madre para que te prepare las habas. ¿Qué dices? ¿Qué dices? ¿No soportas mi abrazo ni mi olor? ¿Estás cansado del miedo que me habita? Entonces arroja ese revólver al río. ¿Qué dices?... ¿Un enemigo en la ribera del río ha dirigido su metralleta hacia el abrazo? Entonces dispara contra el enemigo. Escaparemos juntos de sus balas y escaparás de tu delito. ¿Qué dices? ¿Me matarás para que el enemigo vuelva a su casa/nuestra casa y tú retornes al juego de la caverna? ¿Qué has hecho con el café de mi madre y de tu madre? ¿Qué crimen he cometido para que me asesines, hermano? No desataré la cuerda del abrazo. No te dejaré.


Tengo la sabiduría del condenado a muerte

Tengo la sabiduría del condenado a muerte:
No tengo cosas que me posean.
He escrito mi testamento con mi sangre:
“¡Confiad en el agua, moradores de mis canciones!”.
He dormido ensangrentado y coronado con mi mañana...
He soñado que el corazón de la tierra era mayor que
Su mapa
Y más claro que sus espejos y mi cadalso.
He creído que una nube blanca me
Ascendía,
Como si yo fuera una abubilla con el viento por alas.
Y al alba, la llamada del sereno
Me despierta de mi sueño y de mi lenguaje:
Vivirás en otro cadáver.
Modifica tu último testamento.
Se ha retrasado la fecha de la segunda ejecución.
¿Hasta cuándo?, pregunto.
Esperaré a que mueras más.
No tengo cosas que me posean, respondo,
He escrito mi testamento con mi sangre:

“¡Confiad en el agua,
moradores de mis canciones!”
Y yo, aunque fuera el último,
Encontraría las palabras suficientes...
Cada poema es un cuadro.
Pintaré ahora para las golondrinas
El mapa de la primavera,
para los que pasan por la acera, el azufaifo
y para las mujeres el lapislázuli...
El camino me llevará
Y yo le llevaré a hombros
Hasta que las cosas recobren su imagen
Verdadera,
Luego oiré lo genuino:
Cada poema es una madre
Que busca a su hijo en las nubes,
Cerca del pozo de agua.
“Hijo, te daré el relevo.
Estoy encinta”.
Cada poema es un sueño.
He soñado que soñaba.
Me llevará y le llevaré
Hasta que escriba la última línea
En el mármol de la tumba:
“Me he dormido para volar”.
Y llevaré al Mesías zapatos de invierno
Para que camine como los demás
Desde lo alto de la montaña hasta el lago.

/


Yabra Ibrahim Yabra nació en Belén en 1920. Estudio en Jerusalén y posteriormente en Gran Bretaña (Exeter y Cambridge) y en Estados Unidos (Harvard). En 1948, tras la implantación del Estado de Israel, tuvo que huir de Palestina y se estableció en Iraq donde permaneció hasta su muerte en 1994. En la capital iraquí participó con Buland Al Haydari y Badr Shakir Al Sayyab en la creación de una nueva poesía que rompía con los moldes de catorce siglos. Como poeta árabe de vanguardia, es consciente de la importancia de la innovación en el pensamiento árabe, en la literatura y en la vida en general, y a la vez se identifica con el pensamiento romántico occidental, tanto desde el punto de vista estético como por la defensa del individualismo. No obstante, como palestino, expresa en su poesía el intenso sufrimiento de su pueblo, recreando momentos de angustia e indignación ante la masacre palestina.


Después del Gólgota

Viví con Cristo,
morí con Él y resucité.
Mi voz clamó en el desierto
como si fuera otra voz,
ardiendo con un fuego desconocido.
¿Por qué el fuego? ¿Para quién?
Dame sombra y agua fresca
y yo colgaré mis recuerdos en
la pared de una habitación abandonada.
La muchedumbre se ha dispersado y
los invitados se han marchado.
La voz clama en vano 
como la voz de antes de la muerte y 
el Gólgota.


En mis labios hay restos de miel
y de hiel.
  

¿He venido después de morir para
oír mi voz aferrándome 
al vacío que abandoné?
Dame sombra. Y tú, mujer, 
pon un trozo de hielo en tu agua. 
El sol abrasa. La vida después de la muerte es 
fatiga y mi voz ama el fuego.
¿Por quién? ¿Por quién 
he cerrado los ojos, mientras en mis labios quedan 
restos de miel y de hiel?




Llené una copa con mis palabras
(De cualquier poeta a cualquier lector)
 
Llené una copa con mis palabras,
las destilé, las hice fermentar, las dejé envejecer
y las escancié generosamente
en las bocas de quienes las deseaban para expresarse.
Y dijeron amor y la mejor broma,
y el deseo se tornó en palabras
que salían de gargantas de oro, de gargantas de plata,
en las que tarareaban las palabras
y hacían albórbolas en las bodas de nuestras aldeas...
Llené una copa con mis palabras,
las destilé, las hice fermentar, las dejé envejecer
y las escancié generosamente
en las bocas de quienes las deseaban para expresarse.
Y dijeron odio y la broma más amarga,
y la puñalada se tornó palabra
que salía de gargantas de cobre, de gargantas de plomo.
En ellas se carcajeaban las palabras, ladraban,
y ladraban las prostitutas en los arrabales de la ciudad.
Este es nuestro vino: nuestras palabras destiladas
para que peregrinen por nuestras entrañas,
para que las sintamos bullir en nuestra sangre,
para que nos aterren las visiones.
Escanciamos las palabras con cicatería
a quienes nos aman y a quienes nos odian
y les sueltan, como el vino,
el corazón y la lengua.
Os mantenemos ocupados,
al menos durante una noche,

con nuestras entrañas, nuestra sangre y nuestras visiones.


Qibya*

Balas
en la noche de luna llena
surcaron las colinas y los caminos.
Balas
chocaron contra los muros
y golpearon las puertas y las ventanas.
Iban dirigidas a los corazones y a las entrañas.
Balas
por detrás de las piedras,
a través de los desfiladeros,
por detrás de los sacos de arena.
Balas.
Se esparcen por las piedras arrayanes de sangre
y se pegan adornos de sangre en las paredes.
Balas
y gelignita
arrojan los cuerpos a las hienas.
Sembramos el trigo pero no lo recogimos,
regamos las vides pero no bebimos el vino.
En vano se bañó nuestra noche con la fragancia de los naranjos.
Nuestra sangre corre por la tierra roja
y sobre las piedras.
Buscad nuestras manos bajo los ejércitos de hormigas.
Cerrad las puertas,
apartaos de las ventanas,
ocultaos de la luna,
protegeos de la noche.
Pero las puertas son de madera
y las ventanas no se construyen para evitar
el aire, la luna,
la gelignita
y los colmillos de las hienas.
El corazón es de hierro pero
para las balas, la gelignita y los colmillos
es más débil que la madera.
Los brazos de Fátima rodean el cuerpo de Hasan:
una alberca de sangre,
y del padre de Hasan no queda
más que el qunbaz hecho jirones.
Buscadlos bajo las piedras
y juntad los brazos a los cuerpos.
Sembramos el trigo pero no lo recogimos,
regamos las vides pero no bebimos el vino.
En vano se bañó nuestra noche en la fragancia de los naranjos.
Nuestra sangre fluye por la tierra roja
y sobre las piedras.
Buscad nuestras manos bajo los ejércitos de hormigas.
Balas
golpean las piedras.
Gelignita.
La noche se desgarra
entre nuestros olivos y viñas.


*QIBYA es un pueblo palestino de Cisjordania, cuyos habitantes fueron masacrados por tropas israelíes en la tarde del 14 de octubre de 1953. El ex ministro israelí, Ariel Sharon, fue quien dirigió las tropas en aquel día.

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