Sólo veo al inmolado de Concepción que hizo humo
de su carne y ardió por Chile entero en las gradas
de la catedral frente a la tropa sin
pestañear, sin llorar, encendido y
estallado por un grisú que no es de este Mundo: sólo
veo al inmolado.
Sólo veo ahí llamear a Acevedo
por nosotros con decisión de varón, estricto
y justiciero, pino y
adobe, alumbrando el vuelo
de los desaparecidos a todo lo
aullante de la costa: sólo veo al inmolado.
Sólo veo la bandera alba de su camisa
arder hasta enrojecer las cuatro puntas
de la plaza, sólo a los tilos por
su ánima veo llorar un
nitrógeno áspero pidiendo a gritos al
cielo el rehallazgo de un toqui
que nos saque de esto: sólo veo al inmolado.
Sólo al Bío-Bío hondo, padre de las aguas, veo velar
al muerto: curandero
de nuestras heridas desde Arauco
a hoy, casi inmóvil en
su letargo ronco y
sagrado como el rehue, acarrear
las mutilaciones del remolino
de arena y sangre con cadáveres al
fondo, vaticinar
la resurrección: sólo veo al inmolado.
Sólo la mancha veo del amor que
nadie nunca podrá arrancar del cemento, lávenla o
no con aguarrás o sosa
cáustica, escobíllenla
con puntas de acero, líjenla
con uñas y balas, despíntenla, desmiéntanla
por todas las pantallas de
la mentira de norte a sur: sólo veo al inmolado.
Sebastián Acevedo fue un obrero chileno que se inmoló frente a la Catedral de la Santísima Concepción (Concepción, Chile) el 11 de noviembre de 1983, en señal de protesta y buscando presionar a las autoridades de su país para que dejaran en libertad a sus dos hijos, presuntamente secuestrados dos días antes por la Central Nacional de Informaciones (organismo de inteligencia de la dictadura de Augusto Pinochet). Horas después los hechos fueron corroborados por las mismas autoridades.
El Informe Rettig catalogaría al respecto:
El bardo chileno Gonzalo Rojas escribió el anterior poema en homenaje a Acevedo.
Artículo: A 25 años de la muerte de Sebastián Acevedo
Artículo: A 25 años de la muerte de Sebastián Acevedo
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