Pedro Ortiz nació el 28 de septiembre de 1988 en Santiago,
Putumayo, Colombia. Poeta de ascendencia Inga (pueblo originario de Colombia
cuyo origen se remonta a los Incas) cursó estudios en la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad de Nariño. Es fundador del Festival de
Literatura Valle de Sibundoy.
Atún puncha
Sonaron los tambores,
bututos y cascabeles anuncian la llegada
de todos los exiliados de la nostalgia.
Ya es el tiempo de las flores,
de abrir los corazones,
de reunir los pasos errantes,
los pasos perdidos en ciudades distantes,
y armonizarlos en un solo baile…
Calmaremos con chicha la sed del viaje,
comeremos en el mismo plato los frutos salvajes
y dejaremos en el equipaje —olvidadas—
nuestras hambres personales.
¡Que la alegría se extienda por el parque!
¡Que la alegría sea de niños y ancianos!
¡Que la alegría contagie por igual a propios y extraños!
Que tu espíritu esté dispuesto a perdonar y ser
/perdonado,
porque hemos llegado, danzando, al día esperado.
Será la música, serán los cantos milenarios,
será el grito de los antepasados,
serán tus manos lanzando las semillas,
nuestra forma de decir gracias a la tierra por la vida.
¡Que la alegría se extienda por el parque!
¡Que la alegría sea la constante
en todos los hombres y mujeres
que hunden sus pies en el Valle!
Porque hemos llegado, bailando, al día grande.
Niños salvajes
¿Y si traes semillas?
Muchas semillas,
para que no enfermes de ciudad
y me puedas salvar…
No quiero verte llorar;
prometo levantarme y caminar.
Lo que pasa es que ahora,
no sé dónde queda el norte
ni cuándo me extravié de mi sur.
Arrojé flechas en la oscuridad,
que regresaron a mi pecho sin piedad.
Se hicieron cenizas en mis dedos,
los pájaros de fuego que intenté poner en el cielo.
He olvidado el nombre de un guerrero,
y no sé cuál es mi obsesión con el trueno.
Y aunque un arroyo constante suena en mi cabeza,
no consigo ahogar esta tristeza.
Y es que necesito sentir en mi piel, tu aire puro mujer.
Quiero seguir tus palabras antiguas, precisas.
Aceptar tu conjuro, perder mi vista en tus pupilas.
Darte lo que me pidas, comer de tus semillas.
Levantarme como un árbol de la tierra
y volver a caminar contigo,
como dos niños salvajes,
por mi vereda.
Tiempos Modernos
(Abya Yala 2013)
Para conquistar la montaña,
habría que ser amigo del agua.
Para posar las manos sobre la hierba,
antes hay que caminar sobre las primeras huellas.
Para escuchar la quena,
se debe compartir el silencio de la floresta.
Para descubrir el amor,
hacía falta respirar en Vichoy.
Húmeda la tierra, tiene olor a granadilla este poema.
Las manos de mi abuela aún me peinan,
y las manos de mi bisabuela aún siembran.
Nuestras semillas son eternas,
cada uno viaja con ellas.
Así lo enseñaron los ancestros,
y aquí nunca la comida faltó.
Por eso a Monsanto dijimos No.
Nos enfrentamos a nosotros mismos con el
/remedio,
lloramos y reímos al perder el miedo.
Luego vino el arte y la paz,
el taita Domingo pinta la vida y alivia con su aliento,
al amanecer el inga le canta al universo.
No hay conflicto con la muerte,
preparados estamos,
la chagra está sembrada
y la chicha fermentada.
Los sueños crecieron con el maíz,
se aliaron con los animales
y echaron raíces con los árboles,
un ave gigante los arrastró hacia el centro del valle,
fueron arcoíris y serpiente,
truenos en septiembre,
lluvia y río que crece,
bosque que florece.
Beso que envuelve,
magia y misterio,
viento en el tiempo.
No hay conflicto con la muerte,
preparados estamos,
la vida está sembrada
y la chicha fermentada.
De nuestro pecho, lo nuevo.
De nuestra sangre, la savia,
de nuestros huesos, las flautas.
De nuestras palabras el recuerdo,
y de nuestra lucha, el ejemplo.
Desde el lugar del trueno
Y me sentía solo sin las montañas,
solo sin el agua y las piedras sagradas.
Solo sin el viento y sus lenguajes,
solo sin canciones y rituales.
Solo,
caminando lejos del campo
o en la cima de un árbol de cemento
mirando hacia el pueblo que atardece en mi recuerdo.
Solo,
sin la luz de aquellas pupilas incrédulas,
la noche en que vimos a los colibríes plateados
perseguir las estrellas.
Solo,
antes de que ella
—que en su mochila guarda semillas de esperanza—
apareciera, desde un rinconcito del Putumayo,
para tejer su historia con la mía,
antes de sentirla y de creer en la poesía,
solo, así me sentía.
GLOSARIO
Atún Puncha: Día Grande; es la fiesta más importante del
pueblo Inga. Es costumbre que los indígenas que no están en el Valle de
Sibundoy retornen para esta fecha.
Camëntsá (CamuentsaCabëngBiya): “Hombres de aquí con
pensamiento y lengua propia”. Comunidad indígena de BëngbeUámanTabanóc
(“Sagrado lugar de origen”), en el Valle de Sibundoy, departamento del
Putumayo, Colombia.
Inga: Pueblo indígena cuyo origen se remonta a los Incas del
Tawantinsuyo (Cultura de los cuatro lugares del sol), Perú. Con una población
aproximada de diez mil indígenas en el departamento del Putumayo, esta
comunidad ocupa el quinto lugar en cuanto al número de habitantes entre los
grupos étnicos de Colombia.
Samai: Palabra designada para significar el aliento o la
respiración, con un gran valor espiritual para las comunidades indígenas del
Putumayo, pues se considera al samai la forma de transmitir poder y
conocimiento. Esta forma de comunicación nos conecta con los espíritus de cada
ser que habita la tierra, de esta forma se puede aprender de las personas, los
animales y las plantas. Cuando logramos estar samai, quedamos con el energía de
los demás en el corazón, lo que significa lograr la armonía espiritual con la
Alpa Mama o Madre Tierra.
Manoy: “Lo más antiguo”. Nombre en lengua Inga para el
municipio de Santiago, Putumayo.
Alpa: Tierra.
Iaku: Agua
Nina: Fuego
Waira: 1.Viento. 2. Waira sacha: Conjunto de hojas utilizado
por el Sinchi o medico tradicional en los rituales de sanación.
bellas palabras!
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