biografía del cuerpo que se perdió entre la niebla
tambaleante busco mi cueva, la ciudad ha manoseado mis
angustias, nada queda del hombre que tuvo un corazón de ángel, nada sino la
soledad del metálico plumaje inservible,
perdí las manos mientras jugaba a moldear pájaros de fuego,
todo lo que me queda es un par de garfios con los que bien podría destajar los rostros de medio mundo mientras
corro enloquecido, pero quiero parar, detenerme en un portal a esperar que a
alguien se le caiga un abrazo, lo único que pido es un metro cuadrado de paz
donde sepultar mi cabeza,
nadie me dio el derecho de volver trizas los sueños de
otros, y sin embargo tengo caries de tanto clavar los colmillos en esperanzas
ajenas,
¿cuándo amanecerá dentro de mí? El eco de las campanas es
escarcha que presagia tormentas.
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