SEGUNDO GRITO: CEREBRAL INC.
Éramos cuatro de la época que sorbo y sobra, pero ya no
queda más (que) esta que soy, bajo un mantel como noche: soy (luego estoy) en
el centro.
Otras veces, aprendo a contar las autopistas de la ciudad
encerrada entre mis sienes, donde las ventanas son una presencia dolorosa,
ausente. Lo que se ve está bajo mi cabello: calidoscopio donde me he construido
antes, y a otros también (antes), los hice de los gritos y las risas de mis
uñas en la espalda. Y me imagino sostenida al suelo, (veo que) caigo sobre mí,
hacia la otra mujer con mi rostro, que abraza la infancia compartida por
nosotras. Esa muñeca de sus manos y las mías, la que sonríe de verme desde
otros dedos, es lo que anhelaba ser, lo único que queda. Es una pequeña
mujerzuela de sueños futuros, de pasados inventados. Lo que se ve, está ya en
otra idea.
Éramos, luego fuimos dos porque yo no estaba o era poca para
acompañarnos a todas las demás, o era cosa de no entendernos, o era (poca) cosa
de otras cosas.
Luego es mamá: me muestra mis ojos sobre mi nariz, sonríe
con mis labios, como si le pertenecieran también mis temores: no me reconozco
frente a la mujer de donde vengo, tampoco sé si hacia ella voy. Porque no se
puede ir así nomás hacia lo desconocido, lo desconcertante, lo descompuesto en
otras figuras que ya no son las que acuñaba. Porque no se puede amordazarlas
(voces), sin silenciar también el ruido alrededor de mis oídos: Éramos un soplo
de whiskey que empuja los cabellos, pero éramos. Ahora solo voy con el lila
tenue de la memoria corriéndome las rías de los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario