Ben Clark (Ibiza; 21 de junio de 1984), escritor ibicenco de
origen británico, residente en España.
Ha recibido diversos premios literarios entre los que
destacan el Premio Hiperión 2006 ex aequo con David Leo García, el VII Premio
Nacional de Poesía Joven Félix Grande, el IV Premio de Poesía Joven RNE por un
libro escrito con el poeta salmantino Andrés Catalán y el Premio Ciutat de
Palma Joan Alcover 2013. En 2012 y en 2013 obtuvo un accésit en los Premios del
Tren. Ha sido becario de creación literaria en la Fundación Antonio Gala
(2004-2005); en The Hawthornden Castle International Retreat for Writers,
(Escocia); y en The Château de Lavigny International Writers’ Residence
(Suiza). Entre 2002 y 2012 mantuvo una columna semanal en catalán en el Diario
de Ibiza y ha colaborado con entrevistas y artículos para otros medios como La
Vanguardia o El País. Ha traducido a los poetas Anne Sexton, Stephen Dunn y
Edward Thomas, y al narrador estadounidense George Saunders. Su obra aparece en
diversos recuentos y antologías de la poesía reciente.
QUIERO QUE ME DEVUELVAN MI BASURA
Quiero que me devuelvan mi basura.
La rechacé en un tiempo muy distinto:
yo no sabía entonces –no explicaron–
que pronto embargarían cada cuenta,
que sólo los residuos eran nuestros.
de Basura.
Editorial Delirio, 2011
LA HORA DEL PASEO
Un hombre que ha salido con su perro,
un hombre que ha salido muy temprano,
que pasa por delante de la mar
sintiéndose distinto a la mañana
anterior, repitiendo sin embargo
cada paso de ayer, como una máquina.
Se ignora si es la bestia quien lo lleva,
o si en cambio conduce el ser humano;
o si se necesitan mutuamente
como se necesitan con urgencia
los amantes los sábados.
Amanece despacio y alguien grita
sin que nadie pregunte ni responda.
Y es que sólo hay un hombre paseando,
no arrastra tras de sí ningún dolor,
no representa nada, no es un símbolo
de ningún tipo, no es una metáfora
de la pena y la angustia de vivir,
hay poemas mejores para aquello.
Aquí sólo hay un hombre que ha sacado
a su perro a la calle unos minutos.
Que pretende volver en cuanto pueda
a la cama a seguir imaginando
que el perro se le muere, que de pronto
se le destina a un sitio donde nadie
entienda una palabra en castellano.
Un sitio sin correas. Eso piensa
el hombre que pasea con su perro,
el hombre que ha salido tan temprano
porque le aterroriza que otros hombres
puedan interrogarle con preguntas
sobre la raza y sobre las costumbres
del animal que tiene amordazado,
mientras sale a la calle con su perro
aburrido del mundo, junto al mar,
y piensa que ha vivido muchos años
y que ha sido feliz muy pocas veces,
y que ha tenido varios perros buenos
pero sólo un amor, y ese fue malo.
CONTRA LA LITERATURA
No hay nada más inútil que escribir.
Nada más dependiente que los libros.
Pero Alberto me llama y me pregunta
"¿Qué te está pareciendo mi novela?"
Y yo le digo bien, salvo este punto
y el momento en que dice esto y aquello
y él escucha y anota y bien parece
que aquí estamos haciendo algo importante.
Quién pudiera vivir fuera de un libro,
juntar en un hatillo las palabras
y haciéndose a la mar decir "Adiós;
me voy para morir entre las fauces
de una auténtica bestia, les regalo
la curva de mi espalda, mis bolígrafos,
el impreciso sueño de la gloria,
la implacable derrota de mi olvido".
Self-service
Para Sara
Yo nunca he pretendido nada más:
estar vivo y consciente cuando mueras;
porque yo no me fío,
porque al final no hay nadie más que uno
mismo y su tozudez y, claro está,
su amor.
Haz con
tu vida lo que quieras,
no te estoy proponiendo ningún pacto.
La gente es cada vez más y más joven
y no es justo exigirle lo imposible.
Así que me reafirmo y me prometo
y me cuido y procuro no morir
para hacerte vivir un poco más.
HOY
Hoy ha sido el primer día después.
Las plazas se han llenado de mazorcas
y la gente se acuerda, sin saber
muy bien por qué, del viaje de Colón,
y todo es ancestral y todo es nuevo.
Hoy ha sido el primer día de todos.
Los libros no leídos ya no importan,
los amores no amados son tan solo
nombres que se arañaron en la arena,
el recuerdo de un sueño en plena noche.
Hace falta volver a definir
el Tiempo, renombrar
los días —siempre y cuando sean días
y noches todavía separables—
porque hoy ya nada puede ser lo mismo.
QUIZÁ
If we could
see all all might seem good.
EDWARD THOMAS
Cuando no había labores y la gente caminaba
de norte a sur huyendo de un dios niño
salvaje, cuando con pocas
palabras era fácil hacer fuego,
debió existir por fuerza un hombre bruto,
el primero de todos los que habrían
de poblar los pasillos con nuevas mansedumbres.
Debía parecerse en algo a mí,
quizá,
mirando hacia la luz del horizonte
y caminando solo.
Yo no sé si él llegó a intuir entonces
el increíble número no nato
de cuerpos y kilómetros que aún
faltaban todavía.
Y si hubiera contemplado el vasto horror incumplido,
todo el dolor que podría evitarse
si abrazara aquel niño dios del norte,
si quieto fuera fósil, roca, nada.
Si tuviera delante guerras y noches ciegas
y llantos y niñas serias vestidas con uniforme;
un ejército de miércoles sin fin marchando hacia atrás;
hundiéndose en su pecho
susurrando los nombres de los muertos
que nunca nacerían si él muriera.
Si este abuelo imposible pudiera verlo todo
y en un instante lúcido
pudiera vislumbrarte aquí sentada,
fruto extraño de la sucia deriva de los milenios,
quizá le pareciera todo bueno.
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