7/17/2016

Poema de Jorge Carlos Ruiz de la Quintana



FLORES PARA UN OCASO





Envuelta en tierra amanece la vida y así termina
el resplandor es consecuencia de la noche
la tiniebla fue siempre primero que la luz
la nada y lo oscuro rodea las piedras de un estallido
cada pedazo de roca guarda sus propias semillas

No habrá nada después de la última noche
el frío habitará el universo
tristemente nadie podrá sentirlo
antes de ese día se escribirán millones de días
en tanto todo se estira para alcanzar su final

El líquido y la luz también son relatos líticos
ambos diluyen y evaporan la dureza
se burlan de la esencia
juntos semillan las simientes de lo que palpita
se pronuncian poniéndole nombres a lo que nace

Agua, Fuego y Piedra confunden al silencio
lejos de las brújulas se orienta el capricho
carnes y raíces levantan cuerpos
viven un instante inventando la forma de parir
finitos reduplican sus células fundando páginas

Crecen todas las dimensiones del color
pequeños brotes florean la corteza de un punto en una galaxia
ha acontecido la historia
de ese modo todo ha ganado sus apellidos
millones de lenguas vibran el viento

La fiesta del polen agasaja una epopeya
mientras los de aquí adentro nos hemos entregado a la guerra
indómitos brutos clavamos machete y sierra al milagro
escupimos llamas bajo pretextos absurdos
reconstruyendo por la lágrima el agua
con la ráfaga el sol y por la muerte la piedra

A pesar de los óbitos de este anochecer
siempre hay flores nuevas que reclaman el auxilio de las abejas
solícitas esquivan las tumbas
haciendo posible nuevos frutos
son el sacrificio de estas flores para un ocaso
con ellas reverdecemos la superficie y el frío del final.



***





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