"Tú crees que me matas.
Yo creo que te suicidas"
Antonio Porchía
Conocí a Javier Osuna en el año 2010. Desde entonces
puedo dar testimonio, como muchas personas, de su empeño, entrega y amor por el
periodismo.
Él me ha brindado su confianza, su amistad y su apoyo
varias veces, también me ha abierto los ojos a cosas nuevas, no solo a través
de sus reflexiones sino por medio de autores que él conoce, como el poeta Julio
Daniel Chaparro, a quien yo nunca había leído hasta que él me lo presentó a
través del libro de nuevo soy agosto y otros poemas.
Hemos compartido varios momentos, sobre todo laborales,
por medio de los cuales he sido testigo del esfuerzo que le ha significado a Javier tratar de reconstruir la memoria de un país que le duele, acto que ejecutan solo
los buenos periodistas, aquellos que merecen toda nuestra admiración.
Tratar de descubrir esas cicatrices no le ha sido
fácil pero le ha sido gratificante algunas veces, cosa que lo motiva
a seguir en su ruta de denuncia y reconstrucción de la memoria no solo desde el periodismo, sino,
también, desde la academia como profesor universitario, desde las letras y la
cultura, al frente de la Fundación Fahrenheit 451 y del Festival de Literatura
de Bogotá, y desde la labor social con acciones como esa en la que cada semana
va a leer y compartir textos literarios con los presos de una cárcel o esa otra en la que, acompañado por esos dos grandes amigos, Sergio y Mauricio, ayuda a
descubrir a los jóvenes y niños con Discapacidad Cognitiva de la capital colombiana que ellos también
pueden escribir maravillosas piezas literarias.
Ese es Javier Osuna Sarmiento,
el periodista galardonado con el Premio Simón Bolívar a mejor trabajo
revelación por su artículo "La prensa silenciada" y quien
recientemente fue víctima de acciones intimidatorias y amenazas por parte de desconocidos.
El pasado 22 de agosto, unos sujetos entraron a su casa en Bogotá y le prendieron fuego a los computadores que contenían los
archivos de una investigación que el periodista adelantaba desde hace casi dos
años. Dicha investigación estaba encaminada a conocer más información sobre los
hornos crematorios que los paramilitares del Norte de Santander (departamento
al nororiente de Colombia) construyeron para desaparecer a sus víctimas.
El apartamento donde vivía el periodista está desocupado y los
computadores completamente destruidos, pero queda el hombre que
está dispuesto a seguir con su trabajo a pesar del fuego, a pesar de la ceniza.
Por razones que son obvias, Javier conoce aquel aparte del libro que dice "vive como si fueras a caer muerto en diez segundos. Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño hecho o pagado en las fábricas”, en este caso en las fábricas del mal.
Ante una persona que entiende estas palabras y las interioriza no hay amenaza que prevalezca.
Por razones que son obvias, Javier conoce aquel aparte del libro que dice "vive como si fueras a caer muerto en diez segundos. Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño hecho o pagado en las fábricas”, en este caso en las fábricas del mal.
Ante una persona que entiende estas palabras y las interioriza no hay amenaza que prevalezca.
Toda nuestra solidaridad y apoyo para nuestro amigo.
Bogotá, 3 de septiembre de 2014
CARTA ABIERTA A LA OPINIÓN PÚBLICA
Mi nombre es Javier Osuna Sarmiento. Soy periodista y
amo este oficio; oficio que dejaré de ejercer de viejo, no de miedo.
Escribo esta carta abierta a la opinión publica porque
el pasado 22 de agosto desconocidos ingresaron a mi domicilio en Bogotá e
incineraron mis dos computadores (portátil y de escritorio) en los que existía
evidencia de mi próxima tesis de maestría, un libro periodistco llamado “Me hablarás
del fuego”: un texto escrito en homenaje a la memoria de los desparecidos de
los hornos crematorios de los paramilitares en Norte de Santander.
El incendio se produjo apenas tres días después de mi
regreso de un viaje a la ciudad de Cúcuta, donde me reuní con víctimas que,
además de haber perdido a sus seres queridos, continúan siendo amenazadas en el
proceso de la la Ley de Justicia y Paz.
En el momento mi situación de seguridad es incierta.
Las autoridades vinieron a investigar la escena del crimen después de diez
días. Hoy, el centro cibernético policial de la Dijin (Dirección de
Investigación Criminal e Interpol) pidió acelerar el estudio de riesgo. La UNP
(Unión de Protección Nacional) me asignó medidas de protección temporales que
espero sean implementadas en un corto tiempo, un par de días. Pero es posible
que la medidas definitivas de protección podrían tardar hasta 3 meses en caso
de ser aprobadas.
Insto a las autoridades a valorar la seguridad de las
personas vinculadas a la investigación, incluso mis fuentes. La capacidad de
acción y daño de los autores de este hecho debe ser debidamente valorada:
conocían mis movimientos e ingresaron a mi domicilio en una ciudad diferente a
la que realicé las entrevistas (como ya ocurrió con otros comunicadores de la
La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos ASFADDES en 2010).
Invito a la sociedad en general a valorar este oficio que, como yo, cientos de
periodistas regionales realizan poniendo en riesgo su vida en contextos de
violencia.
No dejaré de hacer mi trabajo, como miles de personas
en nuestro país, que soportan diariamente el flagelo de la violencia. Me siento
profundamente orgulloso del camino que he trazado con mis manos, acompañando
por la valentía de cientos de víctimas que siguen luchando por sus derechos en
medio del conflicto.
“Ni pena, ni miedo” dijo el poeta Rául Zurita en plena
dicatudra de Pinochet en Chile, lo cavó en el desierto de Atacama para que sólo
pudiera verse desde arriba sobrevolando en helicóptero, como las líneas de
Nasca en Perú. Pues bien, no tengo, “ni pena, ni miedo”, en exigir un país
mejor para las victimas del cobarde crimen de la desaparición forzada, “ni
pena, ni miedo” de exigir a las autoridades que cumplan con sus funciones.
Agradezco a las instituciones nacionales e
internacionales que intentan ayudarme, entre ellas la la FLIP, Reporteros Sin
Fronteras y ASFADDES, quienes han manifestado su solidaridad desde el momento
mismo del incendio. Envío un abrazo fraterno a las víctimas de desaparición forzada
en nuestro país con la promesa de continuar aportando a la causa de sus seres
queridos.
Cordial Saludo,
Javier Osuna
Buen blog; entusiasta, interesante y ameno. Mis mejores deseos para los responsables.
ResponderEliminarSi en todos lados estamos ante tal situación...mi mas solidario apoyo moral para ustedes..
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