3/24/2013

Helcías Martán Góngora


Postrera elegía

Caeré como el árbol de la selva, talado, 
y tú, callado amigo, que a la luz sonreías,
caerás en la sombra para siempre, callado. 
Ciego de poesía.

Rodaré como piedra por el hombre impulsada. 
Y tú, lejana amiga, por quien sé la hermosura,
has de rodar vencida por la propia dulzura. 
Muerta de la alborada.
  
El infante que alcanza en el sueño la estrella 
y el anciano que juega con sus barbar pluviales
pasarán, como el agua del río, la doncella 
y el viento en los trigales.

Y esta lumbre de amores que me roba el sosiego 
y es incendio al impulso matinal de la brisa, 
ha de ser en el tiempo de la muerte, ceniza 
olvidada del fuego.
  
Porque sé que las rosas sólo duran un día 
y el crepúsculo acaba donde empieza el lucero, 
desde el fondo de mi alma una voz de elegía
me repite que muero.

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